Adolfo
Felippa tuvo que estudiar siempre de noche porque la temprana muerte de su
padre lo obligó a trabajar desde los 12 años. Desarrolló a escondidas de sus
superiores la Renault Duster Oroch, una pick up que acaba de presentarse en el
país.
Adolfo
Bruno Felippa falleció a los pocos meses de haber nacido su sexto hijo, en
1972, también llamado Adolfo. Propietario de una empresa constructora, había
sido el responsable de parte de la obra de la primera planta de Fiat en
Ferreyra, Córdoba, cuya piedra fundacional se colocó en 1958. Curiosamente fue
allí donde encontró su muerte, electrocutado al ser alcanzado por el campo
magnético de los cables de alta tensión, justo cuando levantaba unas chapas del
techo. El manejo unipersonal del negocio hizo que cualquier sobrante económico
se esfumara rápidamente. Y Adolfo hijo, junto a su madre, Blanca Margarita, y a
sus cinco hermanos, comenzaba así su vida.
Esta sería
una historia más dentro de tantas, si no fuera porque Felippa hoy adquiere una
relevancia notable dentro de la industria automotriz argentina. Este ingeniero
es el responsable de la creación y el desarrollo de la nueva Renault Duster
Oroch, una pick up que se acaba de presentar en el país y que, si bien hoy se
fabrica en Brasil, fue gestada fuera de horario laboral y de manera casi
encubiertaen las oficinas de ingeniería que la marca tiene en la fabrica
cordobesa de Santa Isabel.
Para
encontrar un hecho similar en la historia de la industria automotriz nacional
habría que remontarse a los años 70, cuando Ford Argentina desarrolló en el
país la Ranchero, una camioneta que se construyó sobre la base del Falcon. Era
una época en que la ingeniería local encaraba proyectos propios.
Felippa
conoció desde chico los desafíos. Ya a los 12 años tuvo que empezar a trabajar
para poder pagar sus estudios secundarios, que cursó en una escuela técnica y
en horario nocturno para cumplir con sus obligaciones laborales. Trabajó en un
campo y luego como zapatero. Casi siempre con penurias económicas. Pero su
deseo era entrar a "la Fiat", la fábrica que había construido su padre.
Al finalizar la secundaria, una entrevista de trabajo lo acercó a cumplir ese
sueño, pero nunca llegó una respuesta por parte de la marca italiana.
Gracias a
que su padrastro conocía a un celador del Instituto Técnico Renault, que
funciona dentro de la planta, Adolfo terminó ingresando a trabajar a la línea
de montaje del R12. Casi en simultáneo empezó la carrera de ingeniería, en la
Universidad Tecnológica Nacional, ya que era la única que le permitía cursar de
noche y esto no interfería con su turno en la fábrica. Rápidamente se fue
destacando hasta que llegó al departamento de ingeniería. Y allí empezó a
obsesionarse con la idea de hacer una pick up. "Renault siempre tuvo la
idea de hacer una pick up -recuerda Adolfo-. Hicimos distintos prototipos y pruebas,
tomando el Clio o la Kangoo como base. Pero no nos parecían realmente
innovadores. Siempre quisimos hacer un vehículo que sea versátil y para la
familia. Teníamos que poder mantener el compromiso con una doble cabina cómoda
y a la vez con una caja de carga", describe.
Felippa fue
derivado a Francia para trabajar en los nuevos proyectos que la empresa tenía
pensados desarrollar para Europa bajo su marca Dacia (de origen rumano), pero
que en nuestra región iban a ser vendidos como Renault. Terminó en ese equipo
porque se dio cuenta que en Ingeniería de Santa Isabel no había nadie que
hablara francés y él se puso a estudiar solo, con libros que consiguió. Por
supuesto que lo hizo de noche, para no alterar sus costumbres.
Ya de
regeso en Argentina, en 2010 Renault estaba terminando el Symbol (una
adaptación del Clio tricuerpo) y ponía todas las fichas en el Fluence, un sedán
mediano que era una bocanada de renovación para Santa Isabel, una planta que
hacía años que no recibía un proyecto nuevo. Pero Felippa había vuelto de
Francia no sólo con más experiencia, sino que tenía información del SUV Duster,
un modelo que llegaría más tarde al mercado. Es ahí cuando su
"compadre", Leandro Colombato, por entonces Director de Ingeniería de
la fábrica, le dice (en perfecto cordobés) "¿Y si usamos la Duster?"
- ¿Por qué
se les ocurrió pensar una pick up en un momento con tanto proyecto encima?
- Es que
iba a visitarnos en la fábrica la número uno de ingeniería de la marca a nivel
mundial. Venía justamente para ver cómo se había evolucionado con el proyecto
Fluence. Y ahí Leandro me dice “es el momento para vender esto”. Era “la”
oportunidad. Y así empezamos a trabajar en la pick up.
- ¿Cuánto
tiempo tuvieron para trabajar?
- Nos
enteramos un mes y medio antes de la visita. Pero como no teníamos
autorización, empezamos a hacer las proyecciones en horas suplementarias.
Gratis, obvio. Nos quedábamos de noche o íbamos a la planta los fines de
semana. Y así empezamos a tirar líneas. Para dibujar usamos el Paintbrush (N.
de la R.: es un software muy básico que permite realizar modificaciones sobre
fotografías y realizar dibujos no muy complejos). Teníamos los dibujos del
Duster y sobre eso trabajamos. Nosotros no somos diseñadores, pero queríamos
ver cómo quedaba una doble cabina extendiendo el vehículo. Y así logramos un
primer bosquejo que se lo dimos a dos ingenieros que sí trabajan con un
programa de diseño de verdad (Catia) y comenzamos a darle forma real. Ver
cuáles eran las dimensiones de la caja, cuáles de la cabina. Nuestro objetivo
era que se pudiera abrir la tapa de la caja de carga y que entrara un
cuatriciclo.
- Porque en
ese momento no había pick ups chicas doble cabina…
- ¡Claro! Y
nuestro objetivo era tener dimensiones internas y de caja de carga similares a
las de una camioneta mediana, pero con un tamaño más compacto. Pero no podíamos
extender mucho las dimensiones originales de Duster. Yo me propuse mantener las
dimensiones internas. Seguimos ajustando las medidas. El “cuatri” no nos
entraba (risas). A dos semanas de la visita ya teníamos un proyecto más o menos
presentable, que incluía un detalle de las piezas que serían específicas del
modelo un rápido estudio económico. Siempre un cálculo criollo, no? Nada que
ver con los números que se precisan cuando se encara un proyecto desde Europa.
- ¿Y qué
pasó cuando llegó la visita?
- Llegó la
jefa, le presentamos el proyecto y “compró”. Porque era interesante. Era
viable. Y la marca siempre tuvo la idea de hacer una pick up. De hecho hubo una
en Rumania sobre la base del Logan pero no estaba buena. Y fue ella quien lo
patrocinó en Francia.
- O sea que
no tuvieron que trabajar demasiado para convencerlos si el proyecto era viable.
- No. Al
principio no. Pero es como que entramos por una puerta prohibida. No es el
camino real de los desarrollos. Es más, recibimos retos y algunas reprimendas y
tuvimos que explicar que fue concebido fuera de hora de nuestras tareas
habituales. Sin embargo, y después de aclarar todo, como nos vieron tan
motivados nos encargaron a nosotros el desarrollo y a mi me nombraron director
del proyecto.
Renault Duster Oroch COncept
El prototipo de la Duster Oroch, presentado en el Salón de San Pablo de 2014, que anticipaba las formas de esta pick up.
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- ¿Y cómo
armaste el equipo?
- Yo quería
que fuera bien regional. Había argentinos, brasileños y colombianos, pero sabía
que nos faltaba experiencia en desarrollo porque todo se hace en Europa. Así
que sumé gente de Francia también. Y el lugar? Se industrializó en Brasil por
la simple razón que ya se fabricaba Duster allí, para optimizar costos y
recursos.
Adolfo
Felippa
"El
mayor orgullo es saber que fue un producto que se gestó en la Argentina".
- ¿Qué te
dicen afuera una vez que conocen la historia?
- El
orgullo que siempre tuvimos con Leandro, más allá de los reconocimientos, es
saber que este es un producto que se gestó en Argentina. Que se ideó en el
país. Nosotros siempre trabajamos para que se desarrolle la ingeniería de
nuestro país. Como lo marca la historia de Santa Isabel. Cuando yo ingresé a
Renault, en 1992, recuerdo de haber visto los tableros con los diseñadores
trabajando. Y con el tiempo todo eso se perdió. El desarrollo de tecnología Argentina
no siguió y se hacía todo afuera. Y eso fue un poco lo que nos motivó tanto a
Leandro y como a mi, que somos un poco de la generación “joven vieja” de
Renault.
- ¿Qué le
puede significar a la ingeniería argentina el desarrollo de este vehículo?
- Puede ser
un nuevo punto de partida. Primero, es el reconocimiento de la región, por
haber arrancado desde cero con un proyecto de industrialización. Hoy se
reconocen a los ingenieros argentinos y brasileños. Ya a la Fase 2 de Duster le
habíamos dado unos toques nuestros, que fueron tomados por otros. El primer
faro de LED en Renault lo llevó Duster y ese fue un desarrollo nuestro. Y eso
comenzó a darnos más credibilidad. El francés cuando se siente seguro empieza a
delegar. Un ejemplo claro es el crecimiento que experimentó el sector de
ingeniería en Renault Argentina, que en aquella época éramos unos 60 y ahora
debe haber más de 250 ingenieros. Volvimos a traer y realizar ingeniería de
motores, que se había “perdido” todo para Brasil.
- El
próximo proyecto de Santa Isabel, una pick up más grande, involucra también a
Mercedes-Benz y a Nissan y toma como base el producto de la marca japonesa.
¿Cuánta ingerencia va a tener la ingeniería argentina en la futura pick up
mediana de Renault?
- Es
diferente porque Nissan cuenta con una cultura totalmente distinta de trabajo.
Tienen el desarrollo muy centralizado en Japón todavía. Hoy en la pick up de
las tres marcas está trabajando un equipo de Japón y hay parte de nuestra
ingeniería adentro. Es decir, ellos conducen el proyecto pero están trabajando
con nosotros, especialmente en el desarrollo de los proceso de producción. Que
eso nos lo ganamos con el desarrollo de la Oroch.
- ¿Veremos
nacer otros proyectos con fuerte participación de la ingeniería argentina?
- Sí,
seguro. Hasta te diría que tenemos una especie de ingeniería offshore.
Trabajamos en el desarrollo de productos que se van a hacer en Francia, por
ejemplo.
- Y pensar
que todo nació con el Symbol, un auto muy criticado por su diseño…
- Tuvimos
que hacer cosas que se adaptaran a la situación en la que estábamos. No
teníamos una economía que nos acompañara. Y si hoy la tuviésemos estaríamos
haciendo otro tipo de productos, tanto en la Argentina como en Brasil.
El mundo y
el negocio del automóvil es muy distinto a como era hace 40 ó 50 años, una
época en la que la ingeniería argentina tenía desarrollos propios. Será casi
imposible regresar a esos años. Pero la convicción y la capacidad de Felippa
nos demuestran una vez más que el potencial en nuestro país existe y vale la
pena aprovecharlo.